El turismo de cruceros va viento en popa en todo el mundo gracias a una mayor inversión en infraestructura portuaria, a la capacitación de personal, a la diversificación de servicios y destinos y a la accesibilidad en los precios.
El recrearse en un crucero dejó de ser patrimonio exclusivo de personas con alto poder adquisitivo. Surgió una creciente demanda de quienes buscan conocer diferentes lugares con la comodidad de no tener que estar haciendo y deshaciendo maletas. Ese pequeño detalle ha forjado la diferencia.
Para ello, en el ámbito internacional, la multiplicación de incentivos ha aumentado, como descuentos en tasas por pasajeros, por promoción de estadías más largas en paradas de tránsito, por frecuencia de salidas desde puerto base e incentivos por contratación de provisiones y servicios.
Cada vez que atraca un barco crucero beneficia toda una cadena que incluye a cientos y miles de trabajadores que laboran en las industrias de transporte terrestre, excursiones, restaurantes, tiendas de todo tipo, en servicios y productos en las zonas aledañas a los puertos.
Es importante recalcar que, de acuerdo con la Asociación de Cruceros de la Florida, un 50% de los cruceristas vuelve a los destinos por otros medios. No se puede despreciar a los cruceros porque no se quedan la noche. Hoy los cruceros logran generar ingresos para una parte importante de los proveedores de turismo, hay que lograr que se queden y eso se hace con acciones de promoción, facilitación de accesos, buena oferta de servicios, proveeduría óptima y beneficios tributarios.
En Colombia tenemos dos océanos, pero solo tres puertos de llegada en el Caribe. Nada en el Pacífico. Aprovechemos el buen viento que sopla en la industria para lograr mejores condiciones para los cruceristas, que estén más tiempo, gasten más y traigan más turistas.
*Directora de la Cámara de Comercio Colombo Americana, AmCham Colombia
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