Existen aproximadamente 48 millones de observadores de aves en los Estados Unidos, de los cuales más de 17 millones están dispuestos a viajar fuera de su país por actividades de observación de aves. De momento, Costa Rica, Australia y Brasil despiertan el mayor interés de los estadounidenses.
Un reciente estudio de Audubon National Society, organización sin ánimo de lucro estadounidense dedicada a la conservación de la naturaleza, indica que el 47% de esos aficionados ya viajó al exterior para observar aves y que el 65% planea hacerlo en el futuro.
Según el sondeo, el 50 por ciento de los aficionados de ese país admitió que le gustaría visitar Colombia para observar aves. La otra mitad, que dijo que no, argumentó razones de seguridad, altos costos y la posibilidad de enfermarse por comida.
Los potenciales visitantes observadores de aves son personas con alto nivel de estudios y buenos ingresos económicos. 35% son universitarios, 41% tienen posgrado, 43% es jubilado. La edad promedio es de 58 años, con sueldos anuales entre 101 mil y 200 mil dólares.
El 38% está dispuesto a gastar más de 60 dólares por día. Se calcula que estos turistas gastan entre 2.500 y 3.000 dólares por viaje que en promedio duran 10 días. El 58% son observadores casuales, 40% son aficionados llamados “casuales o entusiastas” y solo 2% son los verdaderos profesionales.
Colombia cuenta con 1.900 especies, que representan el 20 por ciento de las aves de la Tierra, pero carece de los servicios básicos que se requieren para generar la espiral de turistas satisfechos y convertir este país en el mejor destino de orniturismo, que es como también se llama el avistamiento de aves.
Tenemos el mayor mercado del mundo a nuestro alcance, pero también tenemos muchas tareas pendientes para adecuar la oferta, pues si bien es un segmento que deja buenas divisas es también un cliente exigente y riguroso.
Para comenzar hay que organizarse, articular esfuerzos, conocer la oferta, los destinos, definir una estrategia, desarrollar el producto, vincular a las regiones, capacitar a las comunidades locales.
Justo hace un año lanzamos desde el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo la estrategia para el aviturismo y ha sido grato constatar que casi todos los departamentos ya cuentan con proyectos específicos y algunos como Caldas se han puesto a la vanguardia.
El turismo, como lo he mencionado en varias ocasiones, requiere de un decálogo de acciones: institucionalidad; políticas adecuadas; profesionalismo, innovación y tecnología; calidad; sostenibilidad; bilingüismo; infraestructura; seguridad; promoción; responsabilidad.
Debe trabajarse de manera responsable y sostenible. Involucrar a la comunidad en el proceso ya que finalmente ellos están más tiempo en estos lugares y tienen que asumir el costo y la responsabilidad de proteger y mantener estos ecosistemas. Sin beneficio económico local esta actividad no tendrá futuro y las comunidades se verán abocadas a trabajar en actividades que degradan la base de recursos naturales, como la tala ilegal de madera, la caza furtiva, o el desarrollo no sostenible.
Hay que desarrollar buen servicio, guías expertos, catálogos, cartillas de buenas prácticas, capacitación, productos a la medida, participación en ferias especializadas, operadores turísticos y comunidades preparadas, dispuestas y financiadas.
Es el momento de alzar vuelo y hacer de Colombia el destino número 1 de avistamiento de aves. Si somos los más diversos, poseemos el mayor número de especies de aves y ejecutamos una estrategia en conjunto, con un norte claro, podremos también ser los mejores.
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