Evolucionar para atraer

Durante algo más de una década, Colombia cimentó sus tácticas para atraer inversión en las ventajas de su posición geoestratégica, la cercanía con Estados Unidos, contar con acceso a 1.500 millones de consumidores en el mundo a través de los TLC, una atención especializada por sector y la posibilidad de construir la oferta de valor a la medida de cada inversionista.

La estrategia dio los frutos esperados. Esas condiciones, a pesar de que siempre se puede mejorar y de las fuertes sacudidas de la economía internacional, cumplían con las expectativas de los inversionistas, que en su mayoría, buscaban a Colombia por su atractivo mercado interno, pero también como una plataforma de exportación e importación.

Así, entre 2010 y 2018, según el Banco de la República, cerca de 1.100 empresas extranjeras invirtieron en el país US$118.911 millones. El 40,3% de esos recursos llegaron a proyectos minero-energéticos, y el 59,7% se dirigió a no mineros, entre ellos manufacturas, financiero, transportes, almacenamiento y comunicaciones; y comercio, restaurantes y hoteles, entre otros. Estados Unidos, con US$20.176 millones, fue el principal inversionista representando el 17% en sectores como financiero, alimentos y bebidas y productos químicos.

Los tiempos han cambiado. Hoy, se mantiene el interés por el país, pero el tipo de inversión y las razones para hacerlo evolucionaron. Cobra más relevancia la estabilidad jurídica y sobre todo la tributaria, el trato igualitario con las empresas nacionales una vez invierten. Dentro de los factores para la IED se busca fuerza laboral bien preparada en industrias del futuro para más productividad empresarial, algo que no está claro en la estrategia actual.

Los países con los que Colombia compite por IED también cambiaron. Hoy somos una gran oportunidad por sustracción de materia y hay que aprovecharlo. La tensión comercial Estados Unidos-China, el nuevo Nafta y los posibles aranceles en Europa, donde Colombia se posiciona como un buen lugar para producir y vender a EE.UU. gracias al TLC, abren oportunidades para la inversión.

Esto nos debe llevar a evolucionar en la estrategia de Colombia para la atracción de inversión. Los empresarios valoran la disciplina económica y las puertas abiertas a la industria, en particular la economía naranja. La nueva tendencia en IED se aleja del concepto de mega proyectos con procesos productivos completos y va más hacia la complementación con cadenas de valor y ecosistemas con proveeduría local y regional que generen mayor competitividad. También se enfocan en generación y/o aprovechamiento de servicios. En ambos casos se necesitan procesos logísticos ágiles, con mayor tecnología y que faciliten la evolución del e-commerce.

Colombia debe adecuar su estrategia según estas tendencias. Si bien los mega proyectos son interesantes (y siempre bienvenidos) hay que ser realistas en que son cada vez menos las grandes empresas dispuestas a poner millonarios capitales. La inversión promedio en proyectos de manufacturas oscila entre los US$100 millones y US$200 millones. Más allá de eso son temas de infraestructura y limitados.

Es hora de evolucionar y no seguir haciendo lo mismo. Podemos ser plataforma multitarea para lo cual el conocimiento y buenas prácticas que trae la inversión extranjera son clave en la generación de competitividad.

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