Participar en las elecciones, de manera libre e informada, es nuestro deber, fortalece la democracia y nos fortalece como sociedad. El 13 de marzo tendremos la posibilidad de elegir nuevo Congreso de la República y participar en la selección de los candidatos de tres coaliciones que después, en mayo, se medirán con otros aspirantes a la Presidencia de la República.
Las mujeres y las elecciones
Si bien en Colombia se evidencia un esfuerzo en la inclusión de las mujeres en la política, el proceso ha sido lento desde que se nos otorgó el derecho a votar, en 1957. El número de mujeres inscritas a los cuerpos legislativos aumenta paulatinamente desde que el Código Electoral de 1986 estableció 30% como mínimo dentro de las listas presentadas.
El valor de la institucionalidad
Las próximas elecciones determinarán el rumbo de la institucionalidad democrática de Colombia, un bien común que tenemos que salvar y fortalecer. Necesitamos despejar las dudas que haya sobre el proceso, convencer a los abstencionistas de que son los votos los que evitan las balas y evitar a toda costa que triunfe un populismo que nos deje a la deriva.
Imperativo de un turismo activo
En los últimos dos años, sobre un sinnúmero de daños y perjuicios pandémicos, aprendimos mucho sobre la vulnerabilidad humana y su capacidad depredadora, de sus disparatadas ambiciones y absurdas desigualdades, pero también sobre su sensibilidad para aportar, acompañar, buscar ayudas y soluciones sobre lo que debe ser el futuro sostenible, sustentado en la realidad tecnológica y sus posibilidades.
Mundo de ilusiones
En tiempos electorales es normal que para tener adeptos se dé rienda suelta a la creatividad y por ende a promesas sugestivas que llenan de ilusiones a los votantes, que nunca pierden la esperanza, ni tampoco cuentan con un instrumento de verificación para comprobar si lo que se promete es probable, o al menos factible.
Tiempos para buenas decisiones
El año entrante todos los colombianos tenemos un gran reto, elegir bien quienes nos van a gobernar y quienes estarán en el Congreso legislando para el nuevo país, quienes van a liderar el diálogo social y propiciar las condiciones para lograr las reformas que urgen y que por falta de consensos hemos aplazado desde hace muchos años.
Ahora tenemos que proteger lo ganado
El sector empresarial acogió con generosidad y complacencia el aumento del salario mínimo propuesto por el Gobierno y acordado por las partes, lo cual refleja el interés conjunto en reactivar la economía. Después de este logro lo primordial es mantener el poder adquisitivo de los sueldos y que las empresas tengan mejores posibilidades para mejorar su productividad.
Más que un mínimo
Es una oportunidad. La discusión del salario mínimo debe dejar de ser un asunto tan coyuntural y convertirse en un mecanismo permanente de análisis para llevarlo más allá de un porcentaje anual. Convendría tener una mesa con empresarios, trabajadores, Gobierno y expertos que de forma regular y sistemática contribuyan a dar luces sobre la manera cómo podemos garantizar el poder adquisitivo de los ciudadanos y el buen desarrollo de la economía. Una mesa que contribuya a encontrar los caminos para crecer todos juntos, crear empleo formal, empresas competitivas y productivas, talento humano pertinente y capacitado hasta que la oferta y la demanda laboral establezcan un círculo virtuoso de desarrollo.