Turismo vs Tecnologías

Imagínese esta escena: usted llega al hotel, el sistema central se conecta con su dispositivo móvil, le registra, se activa una señal luminosa que le conduce a su habitación. Con su smartphone activa la puerta y de inmediato da opciones de iluminación, sonido, aromas y temperatura según sus gustos. Para dormir escoge la inclinación para la cama y a su disposición un abanico de películas, videojuegos e imágenes proyectadas en pantallas de alta definición incrustadas en la pared o entretenimiento de realidad virtual.

Para que el descanso sea más reparador, la neurotecnología le facilitará un sueño profundo. En la mañana una ducha de chorros múltiples y el jacuzzi listo con sus esencias preferidas y sus formas moldeables. El servicio robotizado, en su idioma preferido y con sus gustos incorporados gracias al seguimiento que han hecho de sus desplazamientos y consultas por internet le ofrece un buen desayuno a la habitación y podrá marcharse tranquilo porque la cuenta fue descontada de su tarjeta.

Ese panorama ya está proyectado por los futuristas y algunas cosas, aunque de manera incipiente, ya pueden disfrutarse en hoteles vanguardistas. Es sólo un ejemplo de cómo la tecnología cambia y cambiará hábitos y servicios. No hay que ir muy atrás para percatarse de cómo ha cambiado el mundo. Muchos de nuestros padres ni siquiera comprenden lo que está sucediendo con la tecnología.

Hace apenas 25 años, por ejemplo, dependíamos al 100% de las agencias de viajes, con profesionales que respondían inquietudes, recomendaban destinos, entregaban folletos y pasajes de varias páginas. Una experiencia que se mantiene, pero que va sustituyendo paulatinamente la tecnología, al punto de que expertos aseguran que en algunos años la mayoría de compras se hará en línea. Desde el hotel, que puede verse en detalle por internet; los tiquetes, con miles de opciones de precios e itinerarios; y se puede reservar o pagar cualquier servicio por extraño que sea.

Coincido con la presidenta de Anato, Paula Cortés, en que comprar en una agencia de viajes es sinónimo de garantía, seguridad, conocimiento y experiencia. Conocen al viajero, le asesoran, le guían. Nadie está -ni podría estar- en contra de la modernidad para generar productividad, pero debe incorporarse alto contenido de contacto, de sentimientos, de experiencia dentro de la tecnología, y en el sector turismo si que aplica esta combinación.

La tecnología artificial analiza datos, mide, calcula, pero no puede sustituir a la conciencia ni la inteligencia emocional. Es indispensable para el negocio producir una experiencia que despierte los sentidos, recuerdos, sentimientos, sensaciones, placer, mucho placer. Hoy se habla de “high tech, high touch” y realmente necesitamos mucha tecnología, pero con más contacto entre la experiencia y el producto económico en el turismo.

Ese es un punto indispensable. Colombia tiene las herramientas para generar experiencias diferentes, que dejen recuerdos mágicos. Necesitamos, entonces, lograr que la experiencia se fortalezca con tecnología, que ésta conviva con el recurso humano, con los sentimientos, sensaciones y recuerdos. La inteligencia artificial por sí sola no produce eficiencia, necesita de la conciencia y de la inteligencia emocional del ser humano.

Hoy, como reflexión del día, me quedo con un divertido mensaje que leí en un restaurante: no hay wifi…hablen entre ustedes.

 

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