Alas al viento, sin perder tiempo

No sé qué más puede faltar para la apertura de los aeropuertos en Colombia ni que otros sacrificios se le pueden pedir a los empresarios del turismo. La semana pasada la Aeronáutica Civil certificó 15 aeropuertos, entre ellos los de todas las principales capitales, que cumplen con la aplicación de los protocolos de bioseguridad y que han hecho multimillonarias inversiones para ajustar sus terminales a los más altos estándares mundiales con el fin de garantizar la salud de los millones de pasajeros y de las personas que prestan servicios allí.

En realidad, la mayoría de los aeropuertos se encontraban listos desde hace meses, aferrados a la posibilidad de que pudieran comenzar con la reapertura lo más pronto posible y dejar para la historia las desoladoras imágenes de aviones en tierra y terminales vacíos. Han incorporado acciones prioritarias que para esta coyuntura serán muy importantes, como la flexibilidad, maximizar los metros cuadrados que garanticen la distancia personal y la limpieza (el espacio será clave), la incorporación de tecnología y la ventilación.

Para reducir el contacto físico y evitar filas se potenciará la utilización de las aplicaciones digitales, el big data y la inteligencia artificial, el uso de los controles de temperatura corporal, restricciones de entrada a personas diferentes a los viajeros e identificaciones faciales y electrónicas.

Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 hubo una revolución aeroportuaria, con transformaciones de fondo en todo lo referente a la seguridad. Hoy debemos pensar en el aeropuerto sostenible del futuro, que debe ser seguro, aplicando las herramientas de la economía circular y energía renovable, dinámico e innovador.

Como se mencionó en un artículo de Ladevi del 17 de julio, Juan Carlos Salazar, director de Aero civil aseguró que los vuelos humanitarios son prácticamente vuelos “pilotos” y ya se tienen 289 sin que se presentaran casos positivos de covid-19 en la tripulación o en pasajeros o personas que trabajan en los aeropuertos. No sabemos que más pruebas se requiere para poder abrir y permitir que el sector comience a moverse.

El propio gobierno colombiano ha reconocido que los aeropuertos han hecho “una juiciosa tarea de implementación de los protocolos exigidos”. Solo el Aeropuerto Internacional El Dorado de Bogotá adelanta obras de mantenimiento que superan los 180.000 millones de pesos.

Ciertamente cambiaría la forma como la industria opera y no debe significar el encarecimiento de los pasajes aéreos. Es el momento para que el Gobierno Nacional revise la cantidad de impuestos que se pagan por un tiquete, que definitivamente está limitando la competitividad del sector, pues cuando nos pasen la factura de los sobrecostos de poner a punto la industria, los precios estarán por las nubes, que es donde deberían estar los aviones. 

También es importante acompañar las acciones con campañas que motiven al turismo, reforzar la promoción internacional en los mercados estratégicos para recuperar y aumentar el flujo de visitantes y superar los obstáculos, como las nuevas recomendaciones del Departamento de Estado de EEUU que recomienda a sus ciudadanos no viajar a Colombia, ya no solo por la seguridad, sino además por la pandemia. Esto solo se logra, como he mencionado en muchas columnas y foros, generando confianza, congruencia y consistencia.

La confianza debe ir más allá de los asuntos relacionados con la salud, también está en manos de los destinos, muchos de los cuales han afrontado de manera exitosa la pandemia y se han preparado con seriedad. Congruencia con lo que otros países vienen desarrollando, como la apertura gradual de los vuelos y la restauración programada de los sitios públicos. Y consistencia en el proceso de apertura que permita que el sector genere confianza.

EEUU es el principal origen de turistas para Colombia, un 22% de los 4,5 millones de llegadas del 2019, y no podemos dejar que se nos vayan de la noche a la mañana.   

Los aeropuertos y todos los negocios que hacen parte de la cadena turística reclaman rapidez y sensatez. No hay forma de sobrevivir sin trabajar. Los aeropuertos están listos, los hoteles están preparados, lo que queda del comercio hace fuerza, los prestadores de servicios ya no pueden esperar más. Ya echemos las alas al viento, sin perder tiempo y sin ser más papistas que el Papa.

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