Los municipios y los departamentos eligieron a las autoridades ejecutivas y legislativas que marcarán su destino entre 2024 y 2027. Como cada cuatro años, se renuevan las esperanzas de cambio para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, se abre una nueva oportunidad para evitar los egoísmos institucionales, los cuellos de botella y las operaciones tortuga para generar gobernabilidad cuando hay diferencias.
A pesar de que los gobiernos locales y regionales tienen recursos del ámbito nacional con destinación específica, pueden ser limitados a una idónea interacción política por lo que será indispensable garantizar una independencia a través de anillos regionales de trabajo conjunto que logren impacto y de la capacidad institucional con buena asistencia técnica, contratación de personal adecuado y transparencia en los procesos.
El cambio de liderazgo se trata de una nueva oportunidad para que Colombia se libere de la trampa pobreza-desigualdad-desconfianza que la embarga y que alimenta los círculos de ineficiencia e improductividad; es otra oportunidad para estrechar lazos con el tejido empresarial, para proyectar grandes objetivos y propiciar inercias de productividad y competitividad.
Cómo aprovechar mejor los recursos, cómo potenciar los resultados, implica ver más allá de su espacio vital, articularse bien con todo el espectro nacional, conocer las oportunidades y afrontar con determinación los retos, que son muchos, principalmente en temas de seguridad, infraestructura, vivienda, conectividad, empleo joven, desarrollo sostenible y un largo etcétera que requiere transparencia en la contratación pública y eficiencia administrativa.
Crear empleo estable y de calidad es posiblemente el reto mayor porque no solo crea círculos virtuosos, sino que redunda en todo el sistema económico y social, en la seguridad y la convivencia, y para lo cual deben vincularse la academia y el tejido empresarial con las prioridades puestas sobre el desempleo juvenil, la informalidad laboral y el crecimiento de la delincuencia.
Para ello necesitamos implementar estrategias integrales, regionales y entre varios departamentos, de seguridad, con unas fuerzas armadas bien entrenadas y equipadas, con tecnología innovadora, herramientas digitales, analítica de datos, inteligencia artificial, coordinación institucional y respeto máximo por la integridad del ciudadano y garantía de respeto de los derechos humanos.
Necesitamos que nuestra infraestructura esté interconectada, que las gobernaciones y las alcaldías amplíen la dimensión de sus límites, porque el desarrollo integral nos beneficiará a todos. Estructurar corredores para la industria y el turismo podría llevarnos a otra dimensión nacional. Mejorar los servicios y los espacios públicos es urgente, como también que haya un permanente trabajo para que los ciudadanos de todos los estamentos contribuyan al equilibrio ambiental y a la recomposición social del país.
Es indispensable entonces, que los nuevos gobernantes puedan establecer planes de desarrollo no solo mirando al interior de sus regiones, sino lograr alianzas y acciones mancomunadas que generen anillos de trabajo y contención para el desarrollo de sus ciudadanos.
Columna publicada en La República aquí
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