Entrevista El Tiempo. Diálogo franco y consensos para lograr crecimiento y reducir pobreza: Lacouture


María Claudia Lacouture, presidenta de AmCham, habla de lo que impide crecer económicamente.

Si Colombia quiere reducir las brechas sociales, mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y convertirse en un país que genere riqueza permanente, que pueda irrigarse hacia los sectores más necesitados y vulnerables, no solo tiene que procurar que exista un trabajo conjunto y coordenado entre el Estado y el sector empresarial: esa unión se debe dar bajo un escenario de consensos y un diálogo franco que permita la participación eficiente de todos.

Esa es parte de la fórmula que María Claudia Lacouture, presidenta de la Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham Colombia) y de Alianza asociaciones y gremios de Colombia (Aliadas), para evitar que en el país esas brechas sociales se sigan ampliando, más aún ante el panorama de desaceleración y de desconfianza económica actual.

En entrevista con EL TIEMPO, la directiva señaló que la educación, el empleo y la innovación son tres herramientas fundamentales para el desarrollo económico y social, pero hay cinco factores que hoy en día juegan en contra de ese propósito: la poca generación de riqueza, el elevado crecimiento de su población, los conflictos armados, unas instituciones estatales débiles y la corrupción y la desidia que han desangrado al Estado.

¿Qué lleva a que en el país haya una muy mala distribución de su riqueza?

El problema de la distribución de la riqueza en Colombia no tiene una explicación sencilla y se deben entender una multiplicidad de factores. El primero, es que el país no ha logrado índices de crecimiento y desarrollo necesarios para crear niveles de riqueza suficientes. Las cifras de evolución del producto interno bruto (PIB) total, y del PIB per cápita son una evidencia. El segundo es que Colombia tuvo un índice de crecimiento de su población muy alto. La combinación de los dos primeros factores explica parte del fenómeno: durante muchos años aumentó de manera significativa el número de habitantes entre los cuales se debía distribuir una riqueza, la cual no crecía al mismo ritmo (o superior, como es lo deseable). El resultado inevitable es el empobrecimiento generalizado.

¿Qué otros factores entran en ese juego?

Claro, a esto se suma un tercer factor, que son los conflictos armados que impactan la seguridad y ausencia del Estado. El cuarto factor es que tenemos instituciones estatales débiles que no han logrado crear la infraestructura robusta. Y el último es la corrupción y la desidia que han desangrado al Estado, lo cual atenta contra la creación de riqueza.

¿Estamos muy rezagados en materia de reducción de la pobreza?

En las últimas dos décadas en Colombia hubo una notable reducción de la pobreza extrema. Por ejemplo, la pobreza multidimensional rural era de 87 por ciento en 1997 y en el 2020 fue de un 40 por ciento. Esto indica que, si bien hay un mayor acceso a servicios, aún falta mucho en temas de equidad e inclusión. Cerrar las brechas sociales reduce los niveles de inseguridad y mejora la calidad de vida de todos.

¿Cuál debe ser el papel del Estado y de la empresa privada para que se produzca un cambio en este frente?

Son papeles diferentes, pero complementarios. El sector privado no puede crecer sin las condiciones necesarias de seguridad, infraestructura y apoyo que solamente el Estado puede proveer para el buen desarrollo de la economía; y el Estado no puede desempeñar su rol sin un sector privado robusto y pujante. Urge un trabajo conjunto y coordinado. La prioridad del Estado es la gestión del gasto social, la articulación para la provisión de servicios sociales y garantizar los derechos de los ciudadanos. A su vez, el sector productivo debe ofrecer herramientas que ayuden a resolver problemas, fomentar los empleos de calidad, mejorar la competitividad y contribuir con la inversión social y conservación ambiental, en la preservación de los valores culturales e integrándose a su entorno comunitario.

La inversión privada, local y extranjera es clave para que la economía crezca de manera sostenida, pero igual los empresarios piden reglas de juego claras y estables para ello. Esto sin duda es clave, pero, ¿es suficiente?

Las reglas de juego claras son un prerrequisito importante para fomentar la inversión de los empresarios. Pero no es el único. No podemos olvidar que 80 por ciento del crecimiento del país se da por el consumo de los hogares, y este crece cuando hay más empleo, crédito y remesas. Es indispensable generar confianza y certidumbre para que se puedan crear y mantener puestos de trabajo, facilitar el acceso al consumo y desencadenar círculos virtuosos de inversión. Tanto para la inversión privada, local y extranjera es fundamental que haya inversión social, como la educación y bienes públicos como la infraestructura social, tecnológica, financiera, física y la relativa al medio ambiente. De poco sirve invertir si el Estado y los gobiernos locales y regionales no se contactan con el tejido empresarial, con la academia y la comunidad para proyectar juntos un plan de desarrollo con retos ambiciosos, metas alcanzables y compromisos serios.

Con una economía en desaceleración, como cada día lo corroboran los principales índices, ¿será fácil que las empresas logren generar riqueza y que esta a su vez alcance para irrigarla hacia los sectores más vulnerables y necesitados?

Durante una desaceleración de la economía es más difícil generar riqueza, pero tenemos que trabajar para revertir ese escenario. No es una tarea fácil si se tiene en cuenta que el 2023 es un año desafiante para la economía y particularmente para el tejido empresarial; no solo por el contexto nacional sino también el internacional. Para lograrlo se necesita del esfuerzo público y privado, no dejar de buscar consensos y mantener un diálogo franco –de manera real y no meramente formal– para permitir la participación eficiente de todos. Las empresas tienen el compromiso de generar oportunidades y bienestar a los colombianos. Está demostrado que si hay más empresa e inversión, hay más empleo de calidad. El trabajo es la fórmula para que haya menos pobreza.

¿Puede el sector empresarial generar bienestar social sin generación de riqueza monetaria?

El rol del sector empresarial va más allá de la generación de riqueza monetaria, porque su tarea es solucionar problemas y crear oportunidades que promuevan el bienestar y la calidad de vida de los colombianos. Al ser el gran generador de ingresos del Estado a través de los impuestos, contribuye al cierre de las brechas sociales.

El aporte de las empresas no se limita al empleo o el pago de impuestos, porque impulsa iniciativas para el fomento de una cultura de inclusión. Además, ofrece programas de capacitación y educación para sus empleados; trabaja para cerrar la brecha de género ofreciendo igualdad de oportunidades para hombres y mujeres en términos de contratación, promoción y salario; y cerrando la brecha de trabajo digital para proporcionar acceso a la tecnología y la conectividad.

Las cajas de compensación familiar son un claro ejemplo del compromiso del empresariado colombiano con el bienestar de sus trabajadores. Pero, por supuesto, si las empresas no tienen ingresos suficientes, no les va a ser posible contribuir con la necesaria eficiencia en los programas sociales.

¿Qué papel juega la competitividad empresarial en la reducción de esas brechas sociales que hacen ver a Colombia como el país con la peor redistribución de la riqueza?

La competitividad empresarial juega un papel fundamental en la reducción de las brechas sociales en la medida que, si las empresas no cuentan con condiciones viables, difícilmente podrán mantenerse en el mercado y competir frente a otros países. Esto puede generar también un aumento en los índices de desempleo e informalidad que profundizan las brechas sociales. El tejido empresarial colombiano ha demostrado que su papel, no solo en la estabilidad económica sino en el desarrollo social, es fundamental.

La educación también juega un rol fundamental en todo este engranaje, ¿cuáles son esos vacíos en ese frente que no les permiten avanzar a las empresas, sobre todo en materia de competitividad?

Definitivamente la educación es una de las variables indispensables para cerrar las brechas sociales y brindar acceso a oportunidades para mejorar su calidad de vida. Colombia ha avanzado en el acceso a la educación, pero si la pregunta es si responde a las necesidades del mercado y a las nuevas industrias, la respuesta es no. Tenemos que trabajar por una educación pertinente, teniendo en cuenta los avances de la tecnología y los retos económicos que enfrentan hoy los países. En Colombia es prioritaria una educación más técnica, que sincronice la demanda empresarial con el talento humano, pues esta es una de las grandes falencias que tiene hoy el mercado laboral.

Conscientes de este panorama, junto con nuestras empresas afiliadas, en AmCham Colombia creamos el programa Empleo Hay, desarrollado con recursos de la Fundación Howard G. Buffett y el apoyo de APC Colombia, que justamente forma a jóvenes en las habilidades que requiere el tejido empresarial y facilita su acceso al empleo formal. Gracias a esta iniciativa hemos logrado que 6.429 jóvenes cuenten con empleo formal indefinido en más de 750 empresas y tenemos 21.000 jóvenes en proceso de formación pertinente a las necesidades de las más de 12.000 vacantes que siguen vigentes.

Las crisis siempre estarán presentes en todas las economías y en cualquier momento, pero ¿qué tanto estas impiden que se avance en un país como Colombia, es posible dejar de hablar tanto de estas y más bien seguir adelante?

Mas allá de ignorar las crisis, se trata de enfrentarlas, y Colombia ha sabido superar múltiples crisis en las últimas décadas gracias a su fortaleza macroeconómica y al dinamismo empresarial. Sin embargo, debemos ser conscientes de que, si no se propicia un ambiente favorable para el comercio y la inversión o se debilita la viabilidad de las empresas, se hará cada vez más difícil enfrentar esas crisis y se reducirán sustancialmente las posibilidades de crecimiento para el país.

En su opinión, ¿cuáles son esos tres factores fundamentales para que el país pueda generar mayor riqueza y bienestar social en el tiempo?

La educación, el empleo y la innovación son tres herramientas fundamentales para el desarrollo económico y social. Con una educación pertinente para las necesidades de las empresas, una mayor generación de empleo formal y un mejor desarrollo tecnológico tenemos una gran oportunidad el cierre de las brechas sociales y el crecimiento económico del país. Para lograrlo, debemos mantener un ritmo de crecimiento que permita la generación de empleo como mecanismo para sacar de la pobreza a los colombianos.

De acuerdo con un estudio realizado por el centro de estudios económicos Fedesarrollo, en el periodo del 2002 al 2017, el 72 por ciento de la reducción de pobreza se explica por los aumentos en el empleo y en los retornos laborales a la educación; mientras que solo el 9 por ciento se explica por las transferencias monetarias. Hoy, el 84 por ciento del empleo formal es generado por el tejido empresarial.

Publicado en El Tiempo aquí