Para 2050, cerca de 10.000 millones de personas habitarán nuestro planeta, unos 2.000 millones más que ahora, según las proyecciones de las Naciones Unidas, lo que supondrá un enorme esfuerzo mundial para garantizar la seguridad alimentaria y al mismo tiempo el buen estado de los recursos, dada la degradación del suelo y agua durante la última década.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), para dentro de 30 años la agricultura necesitará producir el doble de alimentos que hace una década atrás. Colombia, dotada de tierras y agua, tiene un papel que cumplir en ese panorama, aunque necesitará una agricultura de mayor escala, tecnificada y sostenible.
Colombia presenta un marcado desaprovechamiento de las tierras propicias para la agricultura: de 25 millones de hectáreas con esta vocación, tan solo se emplean poco más de 5 millones. Y también tiene un rezago importante en logística, que le ponen en desventaja en sobrecostos y tiempo.
Aunque todas las regiones colombianas tienen hectáreas desaprovechadas, la Orinoquía es la que mayor potencial agrícola. La Altillanura tiene cerca de 2,8 millones hectáreas con potencial de desarrollo agropecuario y forestal, son de bajo costo y cuentan con alta disponibilidad de agua y radiación solar. Requerirá, eso sí, de inversión en capital y maquinaria apropiada para mayor productividad.
Un estudio de AmCham Colombia señala que nuestro país tiene capacidad para aumentar en los próximos años hasta en 250% las exportaciones agroindustriales hacia Estados Unidos en comparación con los resultados obtenidos en 2021. Incluso, de presentarse condiciones similares a las vividas entre el periodo 2012 y 2021, con componentes de crisis de comercio exterior, logística y hasta brotes pandémicos, potencial exportador del sector no se vería minimizado y alcanzaría niveles cercanos a los US$1.400 millones en los próximos diez años.
El sector agrícola es destacado dentro del Proyecto de Ley Alianza Estratégica Estados Unidos-Colombia presentado recientemente por el senador estadounidense, Robert Menéndez, que, de ser aprobado, redundará en un apoyo a las medianas y pequeñas empresas del sector.
De acuerdo con información del US Census Bureau, estas oportunidades están representadas principalmente en café y flores, a la vez que se ve una diversificación con derivados de palma, confitería, derivados del cacao, frutas y verduras frescas, frutas en conservas, pescados y productos de panadería y galletería, entre otros.
Para el aprovechamiento agroindustrial se requiere mejorar la productividad y competitividad empresarial, con una inversión importante del Estado para mejorar la conectividad en vías terciarias, además de mayor acceso a tecnología, seguridad jurídica, flexibilidad en el empleo y acceso prioritario a recursos de financiación.
El panorama es aún más positivo si se tiene en cuenta que con la pandemia los precios de los alimentos, especialmente aceites vegetales, carnes, azúcar, cereales y lácteos han aumentado cerca de 40% desde 2020, viniendo de tener precios estables desde 2016.
Al margen de ejemplos muy específicos, lo importante es que este sector tiene un gran desafío y una buena oportunidad, por lo que el nuevo gobierno deberá fortalecerlo sin proteccionismo, con herramientas para lograr potencializar sus oportunidades y superar los retos.
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