La inversión motivada por el bienestar y el empleo

Los paradigmas del turismo han ido cambiando en las últimas décadas. Aquellas postales de playas repletas de visitantes, grandes hoteles, muchas maletas y largas filas han ido perdiendo atractivo, sobre todo en los grandes destinos. En Europa, lo que comenzó como un movimiento anti-turismo marginal antes de la pandemia se ha convertido en una fuerte resistencia. Ciudades imperdibles en la ruta turística piden a gritos, literalmente, que se restrinja esa actividad al menos a niveles tolerables para los ciudadanos locales que ven invadidos sus espacios y encarecido su costo de vida.

El calentamiento global también ha incidido en los servicios y en la promoción. En la búsqueda por reducir la huella de carbono -sobre todo por la actividad aérea y el consumo excesivo- los turistas han modificado sus prioridades, aumentó el interés por la naturaleza, por las actividades físicas, la cultura o la interacción con las comunidades.

Es en esos ámbitos en los que Colombia tiene mayor fortaleza y en los cuales se ha enfocado en las últimas dos décadas. Esto ha tomado mayor sentido después de la pandemia que nos enseñó que debemos priorizar la sostenibilidad, las buenas prácticas y la tranquilidad, replantear los modelos de producción y buscar formas de ser y estar que convivan bien con el equilibrio ambiental y la convivencia entre los pueblos.

Eso no significa que ignoremos que el turismo de Colombia necesita mucha inversión: necesita mejorar la capacidad aeroportuaria, las carreteras y el transporte público; requiere de una promoción que atraiga más el turismo de buen gasto y buenas costumbres y menos los turistas desenfrenados con malos hábitos y abusos.

Contra eso necesitamos educación, normas más severas y prácticas sostenibles y también preservar los ecosistemas y la cultura local, invertir en la formación y capacitación de profesionales del turismo para garantizar un servicio de alta calidad y una experiencia satisfactoria para los visitantes, fomentar el bilingüismo, diversificar la oferta y garantizar la seguridad de los destinos y los viajeros.

Según la base de datos del fDi del Financial Times para Colombia, entre 2003 y 2024 se han registrado 84 anuncios de inversión extranjera directa greenfield en el clúster de turismo en Colombia, sumando un total de USD 2.460 millones y la creación estimada de 14.124 nuevos empleos en el país.

En cuanto a subsectores, alojamiento representa el 70% de los proyectos y el 88% de la inversión; seguido de las agencias de viajes, con 11% de los proyectos, pero únicamente el 0,3% de la inversión; y de la industria de apuestas, con 8% de los proyectos anunciados y 10% del monto de inversión.

Los principales países de origen de las empresas que realizan inversión extranjera directa greenfield en Colombia en el clúster de turismo son Estados Unidos con 26 proyectos por un total de USD 849,3 millones; España, con 25 proyectos por USD 589,8 millones; Reino Unido, con 5 proyectos por USD 177,5 millones; y Francia, con 5 proyectos por USD 168,7 millones.

Específicamente, el 98% de la inversión extranjera directa greenfield anunciada por empresas de Estados Unidos de América se concentran en el sector de alojamiento, con una inversión de USD 835,2 millones. Ofrecer un turismo naturaleza y del bienestar de calidad, que además se expanda por todas las regiones, es un desafío que debemos priorizar en la búsqueda de inversión. Nuestras comunidades necesitan oportunidades y estas llegan con educación y empleo.

Publicado en Ladevi, disponible aquí