Las razones para que alguien esté en las playas de Cartagena abundan. Sobre todo si ese alguien viene de otro país. Posiblemente, fue motivado por alguna de las múltiples fuentes en las cuales recomiendan a nuestra querida ciudad Heroica, ícono del turismo colombiano. BBC, CNT Traveler, World Luxury Hotel, Trip Advisor, World Travel Award son algunas organizaciones o publicaciones donde el corralito de piedra figura en la lista de lugares ideales para vacaciones, eventos y hasta para contraer matrimonio.
Imaginen a ese turista. Llega a la playa y, en lugar de brisa y mar, se encuentra con arenas desprovistas de cuidado, servicios deficientes, vendedores ambulantes incisivos y, como si fuera poco, con vehículos invasivos. Carros particulares en el lugar donde deberían estar las sombrillas, los sombreros, los niños con sus balones.
Desde hace años, Cartagena, con el liderazgo de sus empresarios y gremios, trabaja para resolver los problemas que afectan el turismo, pues se trata de un destino que ha llegado a su madurez con graves problemas, y tenemos que afrontarlos todos para que no seamos víctimas del éxito: la prostitución, el microtráfico, la informalidad laboral y la ilegalidad comercial pueden debilitar la extraordinaria imagen internacional de que goza la ciudad.
Cartagena, como otros destinos colombianos, tiene atractivos extraordinarios, historia, playas, color, música, gastronomía, anfitriones amables. Ofrece experiencias diferentes en medio de una diversidad cultural y geográfica que sorprenden. Pero tiene competencia. Solo en la cuenca del Caribe, que incluye el litoral mexicano y Centroamérica, además de las decenas de islas tropicales, buscan a ese turista. Y si no lo cuidamos, lo vamos a perder.
En Colombia, los controles del uso y aprovechamiento de las playas son responsabilidad de las autoridades regionales. Hacer cumplir estas y otras normas no es solo su deber. También es necesario porque la competitividad de los atractivos turísticos determina la economía local y departamental. Si el visitante encuentra comodidad, orden, aseo y buen trato, vuelve y recomienda. Si no lo hace… ocurre lo contrario y, a la larga, todos perdemos.
Sería injusto atribuir la responsabilidad absoluta a las autoridades. Siempre es bueno recordar que estas áreas no tienen un dueño. Son de todos y, por tanto, cuidarlas es también obligación de todos.
El turismo es en este momento el segundo mayor generador de divisas para Colombia. En 10 años los visitantes al país crecieron un 176 por ciento. Creció el empleo, aumentaron las rutas aéreas, se incrementaron los viajeros extranjeros, arribaron más cruceros, los hoteles recibieron más huéspedes, la inversión extranjera llegó.
Sería lamentable si un panorama tan alentador empezara a tener fisuras por culpa de detalles cuyo control es un asunto de gestión. Peor todavía, que el verdadero problema se diluya en medio de una polémica sobre el número de carros, el tiempo durante el cual estuvieron o no sobre la arena o si la situación se presentó por ser temporada baja.
Cartagena se ha ganado un puesto en la élite de los destinos mundiales. No importa quién haya llamado la atención sobre el hecho. Lo importante es que unos cuantos mal parqueados (en la playa o en la vida) no afecten ese panorama.
Si todos colaboramos, todos ganamos.
María Claudia Lacouture
Ministra de Comercio, Industria y Turismo
@mclacouture