“La evolución de la tecnología (…) ha incrementado las dificultades del consumidor al tiempo que sus oportunidades; y ha invalidado mucha de la legislación anterior y hecho necesaria una nueva regulación”. El 15 de marzo de 1962 John F. Kennedy, entonces presidente de los Estados Unidos, dijo esto frente al Congreso de su país. Su discurso sobre el consumidor tiene tal trascendencia –y vigencia– que las Naciones Unidas declararon, en 1983, el 15 de marzo como el Día Mundial de los Derechos del Consumidor.
Al consumidor hay que protegerlo. En Colombia, la Superintendencia de Industria y Comercio, adscrita al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, vela por el respeto de sus derechos, conjuntamente con otras entidades. Pero el consumidor también tiene el poder para construir un país mejor. Él –usted– puede acabar con un delito que impacta directamente el desarrollo empresarial, la productividad y la competitividad. Nos cuesta 500 mil empleos anuales y le quita ingresos al Estado por un billón de pesos.
No se necesita tener superpoderes. Solo hay que actuar. A lo bien. Cumpliendo con todos los requisitos legales. ¿Cómo? Fácil. No compre contrabando.
El Estado colombiano ha asumido su parte en esta batalla. Mediante operativos, controles y decomisos; y también mediante concertación con pequeños comerciantes que ha permitido la importación legal de perfumes y licores. A lo bien también se puede.
Pero la solución definitiva está en sus manos, señor consumidor. Si usted no compra contrabando, simplemente dejarán de venderlo. Vea su poder. Una sencilla acción salvará un puesto de trabajo que incluso puede ser el suyo. Los efectos de esta actividad delictiva se extienden silenciosamente. Hoy quiebra una fábrica de confecciones, mañana una licorera, pasado mañana quién sabe. En Colombia, muchos empresarios cumplen la ley. Vale la pena apoyarlos.
A propósito, hay otro camino para que usted, señor consumidor, respalde la industria nacional. Se trata de acudir a los negocios debidamente formalizados. En el Ministerio adelantamos desde 2013 jornadas para promover la legalización de los establecimientos y servicios relacionados con el turismo. En el 2016 hicimos once brigadas en 26 municipios. Visitamos 2.665 establecimientos y abrimos 1.025 averiguaciones preliminares.
Los empresarios informales subsisten en medio de riesgos sociales, civiles, penales y laborales y administrativos. Están por fuera de cualquier beneficio ofrecido por el Gobierno Nacional. Lo que los mantiene vivos es su clientela. O sea ustedes, los consumidores. Consumidores que, por cierto, renuncian voluntariamente a parte de sus garantías. En caso de problemas, la posibilidad de reclamar disminuye notoriamente… en caso de que exista.
Si ustedes optan por cambiar su proveedor, el empresario informal tendrá un aliciente para formalizarse. Y eso nos beneficia a todos. Señor consumidor: usted tiene el poder de cambiar muchas cosas. Ejérzalo. Así ganamos todos. A lo bien.
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