Hace falta dar a los cruceros la importancia que podrían y deberían tener en nuestro país. Es indispensable que los gobiernos en general y las autoridades del turismo en particular conozcan la dimensión de lo que significa tener a Colombia como referencia en el mercado internacional de cruceros y prepararse para lograr un puerto permanente de embarque.
Ser puerto de embarque significa la posibilidad de aumentar el número de turistas que llegan vía aérea, la ocupación hotelera, las compras, las posibilidades de visitar otros lugares, potenciar el efecto voz a voz, mejorar la percepción internacional del país y multiplicar los ingresos en toda la cadena de turismo y la derrama nacional.
Pero para ello, además de voluntad política para crear las condiciones de infraestructura, facilitación de procesos y reforzar la promoción en el exterior, se requiere fomentar la capacidad empresarial para la gestión y proveeduría de productos y servicios y la inversión en infraestructura y adecuación, y cumplir con todas las variables básicas de seguridad, sanidad, conectividad y bilingüismo, entre otras.
Las ciudades deben acompañar las propuestas de los puertos, hacer promoción del destino, establecer coordinaciones interinstitucionales, incentivar alianzas público-privadas, darle al tema la relevancia necesaria para aprovechar las sinergias, mejorar la confianza, no perder las oportunidades, propiciar que toda la cadena esté en condiciones idóneas para el desarrollo de proyectos de mediano y largo plazo. Estamos con el tiempo justo para hacerlo bien.
Así que el reto es lograr la coordinación y a apuesta conjunta para tener por primera vez un puerto de embarque permanente, trabajar por la mejora de todos los puertos, diversificar y expandir, construir mejor infraestructura y reforzar todas las virtudes que debe tener un destino en cuanto a seguridad urbana y atención al turista, buen servicio, orden en los puntos neurálgicos, control en los espacios públicos y vigilancia sanitaria general.
Desde 2006 se ha presentado un crecimiento progresivo en la llegada de cruceros -salvo el parón que produjo la pandemia y que supuso cuatro años sin flujo- pasando de 53 recaladas a 145 en 2022. Además, se ha diversificado el mercado con el arribo de las líneas especializadas en lujo y exploración y en puertos distintos a los tradicionales de Cartagena, Santa Marta y San Andrés.
En la pasada temporada hubo un aumento de la actividad de cruceros en Bahía Solano, Coveñas, Leticia, Gorgona, Utría y Urabá (más de 1.650 pasajeros, 7 líneas de cruceros y un total de 13 recaladas), según las cifras oficiales. También se encuentran habilitados para recibir turistas los puertos de Sapzurro, Capurganá y el Golfo de Morrosquillo, en donde por primera vez recibieron un crucero tipo expedición de la línea de cruceros Lindblad-National Geographic.
Según las proyecciones del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, durante la temporada 2023-2024 el país recibirá un total de 214 visitas de al menos 30 líneas de cruceros, lo que se traducirá en aproximadamente 329.226 pasajeros y un impacto económico cercano a los USD$ 50 millones de dólares. Las estadísticas indican que un 50% de los cruceristas regresa después por otros medios al mismo destino para conocerlo mejor, así que aprovechemos que ahora Colombia está despuntando y podemos trabajar en todos los frentes. Que nuestro país se consolide como puerto de embarque es uno de ellos.
Publicado en Ladevi, disponible aquí