Colombia definitivamente tiene todo para que el turismo tenga mayor preponderancia en el país, pero para ello debemos pasar de las ideas y propósitos a la consolidación de una política pública con mejor ejecución y más inversión.
En las últimas dos décadas se han hecho importantes avances, con un crecimiento escalado y buena coordinación institucional entre lo público y lo privado, no obstante, el potencial de Colombia es tan grande que amerita una política más determinada que responda al qué, cómo, dónde y cuándo: qué turismo, cómo hacerlo, dónde promoverlo y en qué tiempos.
Se trata de un paso rotundo para garantizar la seguridad jurídica y ser consistentes con la propuesta de país para atraer inversión, proyectos de gran envergadura para generar polos turísticos por regiones y promover el desarrollo del turismo. La variable de seguridad es la más sensible para incrementar las oportunidades de turismo porque da certeza a los turistas de que tendrán una estadía segura, sin robos ni abusos en precios.
Las noticias al respecto ya están llegando al exterior y se extiende la percepción de inseguridad a nivel internacional, alimentada por desalentadores titulares de prensa sobre experiencias turísticas negativas o incidentes de violencia en destinos turísticos.
Y debemos seguir sumando retos, trabajar para que la informalidad se transforme en emprendimiento, desarrollar políticas de bilingüismo y educación integral en turismo, potencializar las oportunidades para los ciudadanos, para hacer del turismo el principal gestor de trabajo para el país. Combatir la informalidad es clave para garantizar servicios de calidad y una competencia justa, así como mejorar la infraestructura turística y asegurar la sostenibilidad del sector.
El talento humano de la industria turística requiere una capacitación constante en prácticas sostenibles, manejo responsable de los recursos naturales, buen servicio al cliente y, especialmente, un segundo idioma para atender y atraer a un mayor número de viajeros internacionales.
Solo así Colombia podría tener en el turismo una fuente capaz de superar los ingresos por el petróleo. pero mientras sigamos con pañitos de agua tibia en el turismo nuestro crecimiento seguirá siendo inercial y desordenado, sin valor agregado, sin norte en la promoción, poco atractivo para los turistas más sofisticados que dejan más divisas y que tienen mayor sensibilidad ambiental, hacen injerencia en las comunidades, fortalecen la cultura y se vuelven los mejores promotores de nuestro país.
Y las razones que han permitido aumentar la posición de Colombia en turismo de acuerdo con el índice de competitividad del FMI están en los precios competitivos y los recursos naturales y culturales. Es esencial darle al sector la importancia que merece e insistir en la posibilidad de tener un Ministerio de Turismo que asuma los retos y aproveche las oportunidades.
No podemos seguir hablando de que el turismo es el nuevo petróleo sin apostar por él con la misma intensidad.
Publicada en Revista Semana, disponible aquí