La carrera universitaria de Turismo es una de esas disciplinas académicas que se mantienen inmutables en el tiempo, tradicionalmente enfocada en asuntos administrativos, técnicos, muy académicos. Seguro ha evolucionado en los últimos años y es posible que si algún decano lee esta columna me contará de transformaciones y acciones que no conozco. Pero con estas reflexiones que planteo aquí lo que busco es ampliar el debate sobre el conocimiento y el papel de los titulados en la nueva era del sector. El turismo pospandémico merece una un alto en el camino.
El interés por los estudios de turismo parece estar decayendo tras el impacto de la pandemia. En España entre el 2015 y el 2022 las tasas de ingreso se han reducido en un 25 por ciento y es visible como ha decaído el interés, en parte porque la oferta ha mostrado rigidez y poca adaptabilidad a los cambios en las preferencias y demanda del alumnado potencial universitario.
El presidente de la Confederación Española de Hoteles (CEHAT), Jorge Marichal, afirma que los planes de estudio se tienen que transformar porque es una industria cambiante, que se reinventa todos los días, y los perfiles y las capacidades no son los que se necesitaban hace 20 años y pone como ejemplo la digitalización y señala que no solo hay que modernizar los planes, sino que haya continuación. Tal y como va la tecnología y el acceso a los temas digitales, hay que ir adaptándose. Se echa de menos la formación dual, que da muchos éxitos en Alemania, en este tipo de carreras profesionalizantes.
Los planes de estudio en turismo se actualizan poco y casi siempre tienen a reforzar la atención al cliente y no en todo lo que hay detrás de gestión pública, consultoría o las agencias en línea.
El año pasado los españoles crearon la conferencia de decanos de Turismo, en la que están representadas 42 universidades, para analizar la relación de estudio-trabajo y conformaron tres comisiones de análisis: una que está modificado el título y adaptándolo a las necesidades actuales, otra que diseña el catálogo de perfiles laborales y una comisión de comunicación para que se conozca la profesión.
En Uruguay, desde hace casi una década y con la participación del Gobierno y la academia, se celebra un evento denominado “El Turismo se Estudia” que propicia espacios para acercar el trabajo de los jóvenes en turismo con el sector privado para motivarlos a diseñar nuevos productos turísticos y al emprendimiento.
Sería conveniente para Colombia promover este tipo de encuentros y, qué bueno fuera, un encuentro nacional de facultades de turismo para analizar el sector, sus posibilidades y las oportunidades en este momento. Hay enormes desafíos qué analizar y situaciones que afrontar, como los cambios de prioridades, los énfasis oficiales, la tecnología, las tendencias.
Y aprovecho para referirme a un tema que me parece que tiene alto potencial: los Colegios Amigos del Turismo, inspirados en la necesidad de forjar un sentido de pertenencia en las regiones, una cultura de servicios y emprendimiento, como una herramienta para aportar a la competitividad de los destinos, con una visión integral de desarrollo social y económico, volcado a la urgencia de incorporar a las comunidades en actividades que contribuyeran a un crecimiento sostenido y sostenible en cualquier lugar del territorio nacional.
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